viernes, 2 de noviembre de 2012

Delivery de Ecuador a Argentina

He venido desde Ecuador hace algunos años. Y allí no vivía bien. Tengo que decir la verdad. Es que me encontraba en una situación complicada. Muchos pensará con este epígrafe que estoy hablando de dinero. Para nada. Estoy hablando de amor. Porque cuando el corazón está roto nunca vuelve a sanar. Se cura, pero queda la cicatriz de esa ingrata que por pereza, por maltrato o por malicia desinteresada le rompió a una la ilusión. Y eso te deja tirao’ para rato sin ganas de moverse. Si me pasara ahora sería terrible. Pero por lo menos el delivery en Belgrano es de una variedad impresionante. Pero en Ecuador no hay tanto delivery. No al menos donde yo vivía, que era en Quito. Por eso decidí mudarme hacia Buenos Aires, para poder reconstruir mi vida. Además porque era un pueblo el lugar donde yo vivía. Y ya dice el dicho, pueblo chico infierno grande. Entonces conviene retirarse a veces, alejarse lo más posible y venir a un lugar con mucha vida, donde haya para entretenerse todos los días y todas las noches. Y para eso Buenos Aires es genial, además la tonada de otro lugar representa algo de exótico, eso me hace sentir bien. Aunque cada vez va desapareciendo más. Pero la herida de mi corazón también, entonces por esa parte estoy contento. Pero a veces resulta difícil dejar las cosas atrás. Hablo de familia, de amigos, además venir de un día para otro sin nada fue difícil. Conseguí trabajo de mesero enseguida. Es que acá en Belgrano y en Palermo se acostumbra a tomar mesero con tonada de otro país. Parece excéntrico, chick, pero si vieran el lugar de donde provengo no sería nada de eso. Es un lugar donde las cosas son rústicas. Las viviendas humildes y los comercios, los que quedan, hacen acordar esas viejas épocas, esas que uno piensa sólo se ven en películas. Pues no, existen de verdad.